Nueva película de la revelación del cine colombiano Sergio Cabrera (La estrategia del caracol), que continúa su singular estilo de experimentación y vanguardismo creador. Recogiendo el 55 por ciento del material filmado de su perdida ópera prima, Técnicas de duelo, este valioso realizador ha rodado el 45 por ciento más, con los mismos actores de hace casi diez años, para ofrecer una nueva visión de su país, otra lectura crítica de la hoy cambiada Colombia, en base a un guión original del co-protagonista Humberto Dorado. A tal fin, emplea el distanciamientio brechtiano y la técnica teatral, a la vez que construye la acción en tres tiempos: el de los duelistas, que quieren que sea eterno; el del pueblo, que es el natural; y el del alcalde, quien –a modo de corrida– prefiere que acabe rápido; y utiliza la ironía y el estilo esperpéntico para poner en la picota ciertas tradiciones y la idiosincrasia de un pueblo.
Es obvio que Sergio Cabrera juega con la metáfora –visual y hablada; pues da mucha importancia en su obra al uso del diálogo y la voz– y su parábola más allá del a veces simpático y hasta “preparado” o burdo relato; como, por ejemplo, las secuencias del tren o la del monstruo “botafuego”, que son simultáneamente humorísticas y dramáticas.
“Esta historia del monstruo –dijo el cineasta colombiano– está inspirada en muchísimos acontecimientos reales que pasaron desde la época de la gran violencia en los años 50. Era un mecanismo que se usaba para ahuyentar a los campesinos y comprar la tierra los grandes terratenientes. Y ahora es el mismo mecanismo que se sigue usando a través de los paramilitares y las guerrillas. Es algo que he investigado bastante: en las zonas de las guerrillas –concluye Cabrera–, al lado de la guerrilla comunista, se forma una guerrilla de derecha, y donde llegan las guerrillas, inmediatamente baja el precio de la tierra y hay gente que la compra; son los que manejan a los paramilitares”. Por otro lado, en su simbología crítica, Sergio Cabrera “investiga” el tema de la memoria individual y colectiva, o la verdad histórica, recordándonos un tanto al magistral Rashomon de Kurosawa. A lo que el joven realizador respondería con motivo del estreno del filme: “Recuperar la memoria es como el punto de partida de la película (…) Cómo es la memoria, cómo funciona, por qué mecanismo llega. Yo lo había visto más por el flanco de la búsqueda de la verdad, de la dificultad de encontrar la verdad, porque no es una, hay siempre diferentes versiones precisamente por la memoria, porque lo que dicen los papeles del juzgado es una cosa, lo que dice la mamá es otra cosa, el papá, etc., y todos tienen recuerdos distintos, y eso es finalmente lo que hace la memoria de un país”.
Así, Águilas no cazan moscas responde a un dicho popular colombiano, de doble lectura; lo que también hace de esta difícil cinta una obra minoritaria –al menos, a este lado del charco (ya que en Colombia ha tenido medio millón de espectadores)–, la cual ya ha sido premiada en los Festivales de Venecia, Sundance, Huelva y Biarritz.
Firma: Josep Maria Caparrós
Director: Sergio Cabrera
Guionistas: Humberto Dorado, Jorge Goldenberg, Sergio Cabrera
Intérpretes: Angelo Javier Lozano, Fausto Cabrera, Humberto Dorado
Género: -
País: Colombia
Fecha estreno: 12/04/1995
Lenguaje: Coloquial
Colombia, siglo XX. Un joven es expulsado de la Escuela Militar a causa de la enigmática historia de su primogenitura. De ahí que llegue a una pequeña localidad rural, para investigar su pasado. Y allí, revivimos el duelo a muerte entre su padre y el maestro del pueblo. El final queda abierto.
Título original: Águilas no cazan moscas
País: Colombia
Duración: 110'
Fecha producción: 1994
Distribuidora: -
Color: Color