Esta película es la opera prima de Daniel Guzmán y ha sido la gran ganadora en la 18ª edición del Festival de Cine Español de Málaga. Guzmán es un actor conocido por su papel en la serie Aquí no hay quien viva, aunque ha dirigido varios anuncios y cortos, con multitud de premios y uno de ellos, Sueños, fue ganador en los Goya de 2003.
Para su estreno en el cine, el director y guionista ha contado con caras conocidas como Luis Tosar o Miguel Rellán. Además, ha dado a conocer a Miguel Herrán (Darío) y Antonio Bachiller (Luismi); el primero, más sobrado en escenas dramáticas y el segundo, en las cómicas. Ambos actúan con gran complicidad sin tener experiencia previa en el mundo de la interpretación. De forma semejante, el papel más entrañable es el de Antonia, una mujer que transmite naturalidad y sencillez. De hecho, el guión fue pensado y creado para ella ya que en la vida real es la abuela del director.
Tras siete años perfilando el metraje, Guzmán se lanzó a grabarlo en tan solo seis semanas con una postproducción que duró diez más, por lo que todo el esfuerzo salió a la luz al cabo de cuatro meses.
Con tintes autobiográficos, el guión relata la historia de un chico que, en plena adolescencia, desea encontrar su lugar; hecho que le llevará a conocerse y a madurar.
Aunque es un canto a la amistad inquebrantable, la película se sitúa en el contexto de adolescentes desorientados por la edad, la desestructuración familiar y social, la obsesión patética y algo burda por las chicas y el tonteo con la delincuencia.
A pesar de esto, un sentimiento de empatía hacia los personajes crece muy rápidamente, sobre todo por el buen corazón de Darío y Luismi. Ahora bien, esto no evita darnos cuenta que la narración es algo inconexa y no se adentra en las fragilidades de los protagonistas.
Resumiendo, este film, rodado sin pretensiones, sino con humildad y cercanía, muestra con humor y dolor, la necesidad de cariño y atención que todas las personas necesitan, sean jóvenes, adultos o ancianos.
Firma: Montse Figuerola
Darío, un adolescente de 16 años, decide escapar de casa cuando la convivencia familiar se le hace insostenible a raíz de la separación de sus padres. Para mantenerse, empezará a trabajar en el taller de Justo Caralimpia, un viejo delincuente venido a menos que se cree un triunfador.
A partir de ese momento, su única familia será su vecino y amigo incondicional, Luismi, Caralimpia y la anciana Antonia, que se dedica a recoger muebles en la calle para venderlos en un rastro. Esta última que le enseñará otra visión de la vida.
