13 horas: los soldados secretos de Bengasi

En 2014, Mitchell Zuckoff escribió 13 hours: the inside account of what really happened in Benghazi ayudado por el equipo de seguridad anexado en la central de inteligencia americana en Libia. Chuck Hogan (The town,The strain) se basa en este relato para construir un guión fiel a los hechos históricos, sin pretensiones de mucho debate geopolítico y con una diáfana hagiografía de los Navy SEAL.

La dirección corre a cargo de un experto en pirotecnia fílmica. Michael Bay ha llevado la batuta en La Roca, Armageddon, Pearl Harbor, La isla o la saga Transformers. Toda esa experiencia cobra vida en una trama donde abundan los momentos límite, riesgos latentes o amenazas por la duda sobre la identidad e intenciones de los lugareños.

En función de estas constantes y de la política de indecisión y parálisis de la CIA se elabora el conflicto central, que da lugar a una película en la que acción, montaje y despliegue de tácticas bélicas y de espionaje son la base central. En un plano paralelo transcurre el apunte humano de Chuck Hogan, con el que subraya continuamente, con una llamativa insistencia y escasa sutileza, el patriotismo de esos seis soldados y su amor por la familia y el hogar.

Este aspecto, por otra parte lógico en un relato de estas características, resulta demasiado plano. Y de modo más especial lo es en lo referente a la mirada panoccidental que despliega sobre la vulnerabilidad de nuestras instituciones y personas en zonas de conflicto, mientras se obvia por completo la inseguridad y los peligros que corren muchos más miles de personas en países semejantes y como habitantes autóctonos.

Por otra parte, y como aspecto que suma a la convincente factura visual, destaca la presencia muy protagónica de la geografía, a través de planos de la costa Libia y de la ciudad; algo que recalca el papel clave que el espacio tiene en el film.

Para amantes de la acción, de la estrategia militar y de la geopolítica reciente que no esperan grandes disquisiciones. Estos espectadores se encontrarán, eso sí, un sentido homenaje a las personas que fallecieron entonces, ese otro 11 de septiembre, en medio de sus obligaciones profesionales.

Firma: Lourdes Domingo