
Claudio Cupellini rueda con pulso un ensayo convincente acerca del amor y las relaciones paterno-filiales. A pesar de que se trata de un relato atroz, el espectador encuentra atisbos de esperanza.
Claudio Cupellini rueda con pulso un ensayo convincente acerca del amor y las relaciones paterno-filiales. A pesar de que se trata de un relato atroz, el espectador encuentra atisbos de esperanza.
Esta adaptación de una obra de teatro de Ettore Scola no logra convencer. Las buenas intenciones y la cuidada ambientación se ven ahogadas por la rigidez escénica y la amargura que impregna el film.
El escenario de Alegría prometía un buen film rico en diversidad cultural, pero su resultado es incomprensible. Tanto el guion ilógico como las interpretaciones deslucen la ambientación y el mensaje.
La propuesta de Juan Manuel Cotelo brilla por su optimismo, normalidad y cercanía. Con actuaciones sobresalientes y canciones animadas, invita a reflexionar y a disfrutar al público general.
De Corea llega esta propuesta que mezcla thriller y drama, con tanta violencia y complicaciones y carencias en el guion, que impide al espectador hacerse con una historia de bajos fondos y fotografía oscura.
Black box se presenta como un film original aunque la trama no es novedosa. El guion es impecable, las interpretaciones verosímiles y la dirección logra la atención del público durante todo el metraje.
Esta propuesta de animación echa una mirada crítica, aunque algo superficial, a la hipertecnología que nos invade. También, a través de unos personajes simpáticos, habla de la marginación social en el colegio.
Una entretenida y ligera ficción sobre la «evasiva digital» que plantea el valor de la vida que a cada uno le ha tocado vivir.
Ligera, entretenida y con toques de humor. Con aciertos formales y desaciertos de fondo bastante comunes.
Nueve son demasiadas temporadas para este título que empieza con gancho y acaba siendo repetitivo y demasiado común