El filme aborda el tema de la inmigración desde una estética muy bella. Aunque presenta virtudes formales y buenas interpretaciones, adolece de importantes lagunas a nivel argumental y en la estructura del guion.
El director español de El Casoplón y de series como Convecinos y Caronte se lanza a un nuevo largometraje que aborda un tema delicado en una España donde la inmigración está a la orden del día en el debate social y político. De este modo, el cineasta invita a reflexionar sobre un asunto incómodo como es el papel de los inmigrantes en España, cómo son tratados y la dignidad que merecen como personas. En este sentido, la propuesta resulta interesante, aunque al argumento le faltan matices, ya que la balanza se inclina únicamente hacia la mirada de la víctima (los inmigrantes), sin profundizar en lo que también supone para un país verse poblado y habitado por una gran cantidad de personas sin papeles. Así, la cinta funciona como reflexión, pero contiene ciertos sesgos y termina siendo algo efectista y, en cierto modo, tendenciosa.
Más allá de esto, a nivel técnico La tierra de Amira deja bastante que desear, ya que resulta tediosa y lenta debido a un uso excesivo del primer plano alargado y a la falta de un conflicto dramático sólido dentro de la trama. En parte, esto tiene su justificación, pues se construye desde lo contemplativo para invitar al espectador a reflexionar sobre realidades duras que quizá no se plantea en su día a día, aunque conviva con ellas. Sin embargo, por momentos la propuesta parece forzada.
Dicho esto, la iluminación, la estética, la música y las interpretaciones son, sin duda, lo mejor de la cinta. La tierra de Amira consigue construir una atmósfera muy sensorial, donde el sonido de las chicharras del verano, la brisa, el olor a tierra, el sol reflejándose en los cultivos, el tomate rosa recién cultivado o las partidas de cartas en los bares forman parte de un conjunto muy logrado. Asimismo, el trabajo actoral del dúo protagonista, Mina El Hammani y Manuel Morón, resulta especialmente destacable por el realismo que transmiten en pantalla.
Firma: Rocío Montuenga
Amira, una inmigrante magrebí en situación irregular, llega a la España más profunda con la esperanza de abrirse camino y construir un mejor futuro. Una noche, su destino da un giro inesperado cuando es atropellada accidentalmente por Justino, uno de los pocos vecinos ancianos que aún resisten en un pueblo bastante deshabitado. Obligado en parte por su hermana, Justino decide acogerla en su finca. Poco a poco, Amira irá adentrándose en sus tierras, entre huertas y tomates, y tejiendo un vínculo inesperado con alguien proveniente de un universo completamente opuesto al suyo.