Si se juega a utilizar al ser humano como conejillo de Indias salen a la luz propuestas como esta, que excusa la oscuridad de su contenido con un enfermizo juego de rol.
Corea del Sur nos trae un Juego del calamar para adolescentes. J.Q. Lee adapta para televisión el webtoon (cómic digital en formato de lectura vertical, especialmente ideado para los móviles) de Dalgonyak titulado El juego de la pirámide. En este drama se presenta un cruel sistema de jerarquización en un instituto de élite.
La cultura coreana hace posible que argumentos como el de esta serie cobren sentido. La reverencia por las clases sociales privilegiadas, la dependencia de favores de los poderosos y el respeto por aquellos que forman parte de un escalafón más alto solo se sostienen si, de fondo, existe una cultura que, generación tras generación, ha adoptado esos límites como una religión.
Sin embargo, en un principio, el desarrollo de la historia es, a nuestros ojos, algo surrealista y difícil de aceptar. Poco a poco entramos en un juego de poder cruel y manipulador. En él se ponen de manifiesto las debilidades humanas que crecen ante el dolor, el abandono, la injusticia y la traición.
Como se dice en la serie “el mal se pega” y, por momentos, la esperanza de que surja algo de luz y bondad se diluye entre la cobardía y el miedo. De hecho, no queda muy claro si la hazaña del héroe (en este caso la heroína) nace de la generosidad o del egoísmo. Y tampoco se nos ahorran escenas de acoso demasiado explícitas como para tener una excusa más allá de la provocación (y esperemos que los agresores de la vida real no tomen ideas del guión).
Al final, si se le pone interés al tema, se entra en un espacio claustrofóbico donde hay pocas esperanzas puestas en bondad del ser humano y una desconcertante pasividad adulta (que el guion no acaba de explicar). Pocos son los argumentos para destacar positivamente esta serie y muchos los que la penalizan. En especial, la crueldad innecesaria que contiene, el ilógico argumento y ciertos agujeros en el guion.
Firma: Mar Pons
Su-ji es hija de un capitán del ejército y cada destino del capitán conlleva un cambio de colegio para Su-ji. Ahora le toca ingresar en un nuevo instituto femenino, la prestigiosa escuela Baekyeon.
Acostumbrada a ser la nueva y a hacer amigas con rapidez, la adolescente percibe que algo no marcha bien en su actual escuela. Su clase está apartada del resto y las alumnas conviven entre la apariencia de amistad y el temor que se respira en el ambiente.