Esta película francesa propone una historia con halo melancólico alrededor de las relaciones familiares. La fuerza de un elenco bien conjugado permite disfrutar de un relato sincero y agudo en cuanto al retrato de estos vínculos íntimos.
Foto de familia es el segundo largometraje de Cécilia Rouaud. En él dirige y escribe una historia agridulce, de corte costumbrista y nostálgico, que consigue involucrar a la audiencia por su cercanía en fondo y forma.
A partir del entierro y funeral del abuelo, se despliega la descripción de una familia desestructurada tras el temprano divorcio de los padres. Los tres hermanos se vieron separados: ellas con Pierre, el padre, y él con Claudine, la madre, y solo se juntaban en verano, en casa de sus abuelos en Saint Julien. Crecieron respondiendo de diferente modo al dolor de la separación, intentando superar el resentimiento y borrando de su mente el recuerdo de Saint Julien, convertido en un utópico paradigma de la felicidad de la familia.
El descubrimiento de una foto de aquellos años y el deber autoimpuesto de cuidar de la abuela, que ya no puede vivir sola, se convierten en el acertado detonante y vehículo para desarrollar la crisis existencial que surge en todos ellos.
Cécilia Rouaud muestra con sincera naturalidad el día a día de todos los protagonistas. Los tres hermanos, sus padres, su abuela, la nueva mujer de su padre, el jefe de Mao, el hijo de Gabrielle o el marido de Elsa se mueven por la pantalla en un caos espontáneo que fuerza al espectador a integrarse entre ellos para no perderse detalle. La desubicación vital –que les caracteriza tanto en el ámbito profesional o familiar– se origina, tal como se trasluce de sus entradas y salidas, en el hecho de pensar solo en uno mismo; quizá no tanto por egoísmo, como por cierto instinto de supervivencia al tener que manejarse en un mundo al que se han lanzado sin cobertura familiar.
En este sentido, la preocupación por la abuela funciona como catalizador de su cambio de visión. Mirar su desamparo les hace replantearse su manera de ver la vida y cristaliza –no desvelo nada– en la escena en la que Elsa, emocionada de pie sobre el pedestal donde su hermana trabaja de estatua humana, le dice a Gabrielle: “nunca me había dado cuenta de lo que tú veías desde aquí”.
Esta apertura a los demás es mostrada por Rouaud como una natural y lógica propuesta vital, sin caer en dogmatismos ni sentimentalismos. Si bien es cierto que, con el giro final, consigue emocionar y terminar con una sonrisa ilusionante.
Cabe destacar que nada en Foto de familia funcionaría sin el trabajo de todo el elenco comandado por los conocidos y veteranos Jean Pierre Bacri y Chantal Lauby.
Firma: Esther Rodríguez
Gabrielle, Elsa y Mao son hermanos, pero no se ven nunca. Jamás. Gabrielle hace de “estatua” para turistas, lo cual decepciona enormemente a su hijo adolescente. Elsa está enfadada con el mundo y no consigue quedarse embarazada. Y Mao es un brillante y depresivo diseñador de videojuegos que ahoga su melancolía en el alcohol y el psicoanálisis.
En cuanto a sus padres, separados desde hace tiempo, nunca han fortalecido los lazos familiares. Sin embargo, con motivo del entierro del abuelo tienen que reunirse todos y encontrar solución al siguiente problema: “¿Qué hacemos con la abuela?”
