La productora mexicana Sandra Solares, con una reciente pero extensa carrera, y Pablo José Barroso, también productor mexicano más centrado en un cine de militancia cristiana, han apostado por dar luz, gracias a los focos cinematográficos, a un episodio histórico bastante arrinconado en los libros y, aún más, en las pantallas.
La guerra de los Cristeros (1926-1929) supuso en México la primera rebelión fuerte contra los avances de una legislación cada vez más laicista, además en un país fuertemente dominado por ideas neo-ilustradas y marcados lazos con la masonería. La mezcla de armas y fe y la desigualdad de condiciones entre los dos bandos, así como la brutalidad del ejército federal, que no hacía distinciones entre ciudadanos armados y no armados, ni entre hombres o niños también dejó un legado de ejemplos, como el de joven mártir José Sánchez del Río (de 14 años) o el del llamado Ghandi mexicano, Anacleto González Flores, ambos convertidos en personajes del film y también elevados a los altares.
El guión de Michael Love recurre a un estilo que, sin llegar a ser expositivo, sí que revela una intención de describir, con cierta pedagogía, las diversas aristas del conflicto, las diferentes perspectivas dentro de un mismo bando (más militar, más política, más exclusivamente religiosa…), e incluso los coqueteos del gobierno norteamericano para lidiar con la situación salvando sobre todo el control de los pozos de petróleo. Desde luego, como anzuelo para una buena clase de historia y religión el material es sencillo y lo deja todo en bandeja.
En este sentido, Dean Wright (habitual director de segunda unidad de la saga de Narnia e incluso de El señor de los anillos: el retorno del rey y experto en efectos especiales de numerosos éxitos de taquilla) no recurre a una narración que se salte los cánones más clásicos. Tanto él como Michael Love abordan las tramas con un alto grado de evidencia en la exhibición de las ideas, los hechos e incluso los sentimientos. El dramatismo histórico da paso, en Cristiada película, a un dramatismo algo efectista e incluso forzado.
Sin embargo, el film protagonizado por numerosos latinos en Hollywood (Andy García, Eva Longoria…) y también actores de larga tradición, como Peter O’Toole, recoge lo que siembra, sin pretensiones falsas. Un relato de cierto tono épico, en las secuencias de acción la proporción entre intención y efecto está muy bien ajustada, un ajuste de cuentas con la historia y el imaginario colectivo y un alegato de la importancia que la sinceridad en las creencias tiene para el ser humano de toda clase y condición.
James Horner (Tiempos de gloria, La máscara del zorro, Avatar o Apocalypto) añade la partitura adecuada, precisamente, para ese tono algo epopéyico que siempre sabe transmitir.
Firma: Lourdes Domingo
En 1926, el gobierno del militar Plutarco Elías Calles da un paso más en el recorte de libertades religiosas con la denominada “Ley Calles” que aniquila la libertad de culto, con la expulsión de sacerdotes extranjeros, la prohibición casi total del culto, de la enseñanza religiosa y de la convivencia en comunidad, entre otros aspectos. Ante esta rotundidad y una violencia represora creciente, el pueblo creyente se organiza en lo que acabará denominándose la Guerra Cristera.
