Esta serie de animación creada por Craig Gerber (Princesa Sofía) ha tenido repercusión en los medios por ser Elena la primera princesa latina de Disney. En este sentido, los rasgos de la protagonista (a pesar de su perfecto aspecto físico, cosa que hace dudar de este argumento de venta) incluyen una tez morena, un color de ojos oscuro y una larga cabellera castaña. Además, el resto de personajes, decorados, arquitectura, vestuario y costumbres remiten tanto al sur de América como a España.
En Elena de Ávalor la música es esencial –como en la mayoría de creaciones Disney– y, en cada capítulo, se incluye alguna actuación donde se pueden apreciar mezcla de estilos de sabor latino, salsa, pop o hip hop chileno, entre otros. También la magia forma parte de unas aventuras que toman prestadas supersticiones mayas y otras creencias tribales.
La protagonista es una abanderada del estilo de mujer que propone Disney desde hace unos años con títulos como Mulán, Pocahontas o Frozen: chicas independientes, fuertes y resolutivas que no esperan ni necesitan la intervención de un príncipe azul. Quizá, a la productora se le ha criticado tanto su insistencia en plasmar jóvenes dependientes y pasivas que, ahora, se ha enquistado en su contrario. Sin embargo, entendemos que en el término medio está la virtud y denegar a Elena la posibilidad de enamorarse (como afirman sus creadores) rompe los cánones naturales de cualquier adolescente de dieciséis años, como la protagonista.
Por otro lado, la serie ya ha invadido los comercios con muñecas, vestidos, accesorios, mochilas, su cetro con luces y todo lo imaginable. No olvidemos que para Disney esto supone una gran fuente de ingresos y la Navidad está a la vuelta de la esquina.
Finalmente, si Elena de Ávalor no se convierte en una obsesión para la audiencia infantil, la serie resulta entretenida, defiende valores fundamentales como la importancia de la familia, la confianza en los amigos y la necesidad de escuchar a los que saben más para aprender. Se destaca el papel insustituible de los abuelos (aunque echamos en falta la figura de los padres, ausencia muy habitual en las producciones de Disney) y, como siempre, el bien acaba por imponerse al mal.
Firma: Mar Pons
La historia de Elena empezó en su quince cumpleaños, cuando la princesa de Ávalor recibió de sus padres un regalo muy especial: un medallón mágico que siempre la protegería del mal. Elena pensó que nunca lo necesitaría, sin embargo, un fatídico día, una hechicera malvada y codiciosa llamad Yudiki irrumpió en Ávalor, atacó a sus padres y luego fue a por el resto de la familia. El mago real Alacazar sabía un truco que protegería a Isabel, su hermana pequeña, y a sus abuelos metiéndolos en un cuadro encantado, pero necesitaba tiempo para realizarlo, por eso Elena decidió enfrentarse ella sola a Yudiki.
La malvada bruja intentó acabar con ella y el amuleto le salvó la vida protegiéndola en su interior. Alacazar encontró el medallón e invocó a su espíritu animal, Zuzo, quien le inspiró a emprender la gesta de liberarla. Esta empresa le llevó más tiempo del esperado: cuarenta y un años pasaron hasta que Elena fue rescatada del amuleto.
Y, por fin, llegó el día en que podía recuperar su reino, liberó a sus abuelos y a su hermana del cuadro encantado y, con la ayuda de la valerosa gente de Ávalor, Elena derrotó a la perversa hechicera. Ávalor volvía a ser libre. Ahora, a Elena, heredera del trono, le toca el turno de aprender a gobernar, tarea nada fácil que intentará llevar a cabo con la ayuda de su familia y amigos.
