En Vergüenza el espectador vive momentos de verdadera lucidez guionística donde el asombro supera la risa (como los inmejorables episodios de la clase de inglés, el capítulo ventana o el obsequio-paraguas); momentos en los que darías lo que fuera por atravesar la pantalla y hacer que el protagonista se callara porque ves el catastrófico final; momentos en los que la compasión se riñe con la crueldad del “se lo merece”; momentos en los que se descubre lo que es una buena interpretación y, por aguar un poco la fiesta, momentos en los que reconocemos ese poso del que no se libran la mayoría de productos autóctonos: la inelegancia del sexo.
Uno de los logros más llamativos –y más gratificantes– de la serie es conducir a su audiencia por paisajes que puede reconocer en su vida diaria. No les ha hecho falta a sus creadores, Juan Cavestany y Álvaro Fernández-Armero, escaparse a un terreno lejano ni fantasioso. (Todos hemos asistido a bodas como las que se proponen, a academias de inglés, a catas de vino, hemos metido la pata a través del WhatsApp o con alguna persona menos conocida y hemos participado en conversaciones inútiles.)
Así, la narrativa nos es tan cercana que sufrimos más cuando vemos a Jesús cavar su propia tumba sin remedio. También empatizamos mejor con la pobre Nuria y entendemos y compartimos la frustración del resto de personajes. Con todo ello “vivimos” la serie en vez de “ver” la serie. Y eso, sin duda, es una gran hazaña. Por tanto, aún resulta más doloroso cuando sus guionistas no saben eludir situaciones o temas (sin entrar en detalles) que ensucian, empalagan o desdicen del resto. Duelen porque son evitables y lastiman porque lo frívolo deforma la realidad y nos vuelve insensibles.
Como ya hemos apuntado, esta serie no sería lo que es (y la comedia es uno de los géneros más complicados de ejecutar con maestría) sin los dos rostros principales, Javier Gutiérrez y Malena Alterio, que demuestran lo valioso que es el trabajo de un buen actor. Aquí también se incluye el talento de sus creadores para definir unas personalidades con luces y sombras, con sueños y con decepciones y, sobre todo, con una evolución que marca el recorrido a seguir.
En fin, que Vergüenza es (buena) pero no es (lo mejor), se acerca (a una gran comedia) y se aleja (por zafia y simplona), da (grandes momentos) y quita (el buen gusto) y, así, entre sus cualidades y sus defectos solo un público minoritario (el que soporte tanto ridículo ajeno) está llamado a comprender a Jesús y el universo que lo envuelve.
Firma: Mar Pons
Género: Serie
Subgénero: -
Año: 2017
Cadena: Movistar Plus+
Intérpretes: Javier Gutiérrez, Lola Casamayor, Malena Alterio, Miguel Rellán, Vito Sanz
Presentador: -
Jesús es un fotógrafo de bodas que piensa estar en una “fase temporal” (aunque lleva toda su vida profesional en eso), ya que su máxima aspiración es llegar a exponer como fotógrafo artístico. Nuria, su novia, está en tratamiento porque le resulta complicado quedarse embarazada. Óscar, compañero de Jesús y quien hace las veces de representante, es el encargado de grabar en vídeo las celebraciones y de alimentar el ego de su representado. Y, hasta aquí, todo parece más o menos normal.
Sin embargo, lo que descuadra en esta ecuación es la capacidad, casi patológica, de Jesús para meter la pata constantemente y, por si fuera poco, no ser consciente de ello. Generar situaciones de vergüenza ajena parece ser lo único que se le da realmente bien y esto pondrá en peligro sus relaciones familiares, sociales y profesionales.
Título original: Vergüenza
Creador: Álvaro Fernández Armero, Juan Cavestany
Director: Álvaro Fernández Armero, Juan Cavestany
Guión: -
Productora: Apache Films, Movistar
Duración: 25'
País: España
Temporada: 1