Grachi es una serie de producción estadounidense, interpretada por actores latinos y grabada en español. El responsable es el canal Nickelodeon Latin America. De hecho, la protagonista Isabella Castillo es una cantautora, modelo y actriz nacida en Cuba que utiliza la serie como trampolín publicitario. Como detalle destaca que, en el momento de rodar la serie, Isabella tenía diecisiete años, aunque interpretaba a una adolescente de catorce.
Esta telenovela no se deja ningún tema en el tintero: magia, música, baile, deporte, instituto, romances, amistad, competiciones y rivalidades; todo está presente en este espacio concebido para las adolescentes. Al mismo tiempo y con igual despliegue, se utilizan los estereotipos más comunes en personajes, asuntos, conflictos y resoluciones. No queda nada “fuera de campo”.
Tantas posibilidades podrían resultar demasiado para una pequeña serie pero, aunque parezca mentira, en Grachi los temas se hacen repetitivos, los personajes no son resolutivos ni los conflictos dinámicos. Por ejemplo, durante los primeros capítulos se da una importancia desmesurada al flechazo inicial entre los protagonistas y, sin embargo, sobre la magia sólo se ofrecen algunos detalles. Así, la trama progresa desigual y hay que superar algunos tediosos baches para averiguar el sentido de los acontecimientos inexplicables que desconciertan, además de al espectador, también a los personajes.
La actuación desmedida y afectada de la mayoría de los intérpretes, los decorados y los sucesos inverosímiles impregnan la serie de un áurea de cómic donde todo tiene cabida en el juego del despropósito. Desde la figura de la inútil directora, hasta la Discoraje (la discoteca que tienen montada en el garaje) de los pequeños Esquivel, los arrebatos de Matilda o la supervivencia de las Panteras Rojas, en el universo Grachi no hay límites ni lógicas temporales, coherentes o creíbles, pero no importa porque Grachi no busca ser plausible, sino cautivadora.
Y lo cierto es que lo consigue. Consigue seducir con el descaro de unos guiones simplísimos y predecibles, de unos personajes que han cogido prestado su disfraz, de unos conflictos tan planos como gastados y de un entorno mil veces ofrecido en televisión. Y quizá lo logra por su falta de ambición y por la sinceridad de su propuesta: Grachi es y vive lo que a las adolescentes les gustaría ser o experimentar. Y no hay más.
Firma: Mar Pons
Graciela «Grachi» Alonso se acaba de trasladar con su padre, Francisco, a la gran ciudad, esto supone también un cambio de instituto, de amistades y de ambiente. La madre de Grachi murió siendo ella una niña. Por eso, esta adolescente de catorce años comparte con su padre todas sus ilusiones y sus nuevos proyectos en Escolarium, el colegio donde, a partir de ahora, estudiará y donde Francisco ejercerá de profesor de matemáticas.
En su recién estrenada vida, Grachi descubre que tiene más de un talento. El baile y el canto serán dos de las actividades favoritas de la protagonista, mientras tarda un poco más en descubrir que también posee poderes mágicos. En fin, que es una bruja. Pero no es la única. En Escolarium hay varios magos que usarán sus poderes para ayudar a los demás o en beneficio propio. Y, por si fuera poco, allí también conocerá a Daniel Esquivel, un estudiante de un curso superior del que se enamora perdidamente. Lo malo es que Daniel es el novio oficial de Matilda la, hasta entonces, mejor amiga de Grachi.