Misión imposible: nación secreta

Christopher McQuarrie (Jack Reacher) dirige esta quinta entrega de la saga Misión imposible, por donde han pasado directores como Brian de Palma (El precio del poder) o J.J. Abrams (Star Wars: Episode VII).

McQuarrie no se queda atrás al lado de estos gigantes y, además de darle su propio tono, ha conseguido renovar la saga, dando un giro al planteamiento de las anteriores películas. Deja de lado el realismo al que llevábamos diecinueve años acostumbrados, para pasar al puro espectáculo visual a ritmo trepidante. Esta evolución es la que está haciendo ahora mismo el cine de acción: volver a los orígenes pero aprovechando los medios actuales, como pudimos ver en la nueva Mad Max: Fury Road.

El director y Tom Cruise (quien lleva adelante todo el proyecto) ya habían trabajado en varios proyectos como Valkiria o Al filo del mañana. Sin embargo, es en Jack Reacher donde McQuarrie y Cruise practicaron como antesala de la saga Misión imposible. Además, McQuarrie siempre va a ser recordado como el guionista de Sospechosos habituales.

En esta ocasión, Misión imposible: nación secreta, su escritura es sencilla y, aunque contiene un par de giros ingeniosos, no pretende aquello que no es. Por eso, a pesar de algunas escenas predecibles, no se le puede reprochar nada más. Todos los personajes y acciones tienen una justificación narrativa y el tiempo que necesitan en pantalla.

El film intenta posicionarse hacia un cine más familiar: hay muchos menos tiros, menos violencia y sangre, diálogos para todos los públicos y más humor. Sólo se cambia a la chica mona de turno por una femme fatale que aporta más contenido a la trama.

Misión imposible: Nación secreta está siendo muy bien recibida por el público y la crítica y, sin ser una excepcional película, se lo merece.

Firma: Javier de la Llave