Un título que no hace justicia a una obra comprometida y crítica con la sociedad.
De nuevo el cine italiano, con escasas apariciones en nuestras pantallas, nos sorprende con una cinta que podríamos clasificar como “film-denuncia”, pese a que su título no dé a entender precisamente su significado real.
Virzi, su realizador, a través de su carrera ha alcanzado notables éxitos profesionales, galardonados con numerosos premios cinematográficos. Baste recordar La bella vita (1994), Los años dorados (1997), La prima cosa bella (2010), y El capital humano (2014), hasta esta Locas de alegría, su más reciente aportación a su filmografía. Se trata de un estilo de cine muy “sui generis”, con especial significado crítico, en ocasiones similar al francés y que sortea con patente expresividad los distintos aspectos en los que localismo, vulnerabilidad y falso romanticismo andan parejos con el drama más profundo e hiriente, con descarnada crítica hacia determinadas instituciones de deficiente estructura interna, pero con duro acento hacia una falsa sociedad que las mantiene cubiertas por un tupido velo.
Dicho esto, que en esta reciente cinta se manifiesta con evidente crudeza, aunque almibarada con algunos ribetes sarcásticos, Paolo Vizi cuenta para esta nueva singladura con dos actrices extraordinarias: Valeria Bruni Tedeschi y Micaella Ramazzotti; geniales ambas, se mueven como pez en el agua, a lo largo de todo el film, como dos seres profundamente desquiciados a los que la complicada vida de su entorno ha llevado a amargas situaciones de absoluta vulnerabilidad ante la débil estructura de sus creencias y la más absoluta y frívola estructura del mundo que las rodea.
Locas de alegría es un título demasiado fácil para una obra tan comprometida y duramente crítica para una buena parte de nuestra sociedad. En resumen, no es una cinta de fácil digestión aunque esencialmente lo parezca.
17 Nominaciones a los Premios David di Donatello, Premio del Público y Espiga de Oro a la Mejor Película, en el Festival de Cine de Valladolid, así como su inclusión en la Quinzaine des Realisateurs del Festival de Cannes 2016, son distinciones que valoran una vez más la importante aportación del cine italiano a nuestras pantallas.
Firma: Joaquín Guitart
Beatrice (Valeria Bruni Tedeschi) es una condesa charlatana y millonaria que está convencida de frecuentar asiduamente los círculos íntimos de los líderes políticos mundiales. Por su parte, Donatella (Micaella Ramazotti) es una joven tatuada, vulnerable e introvertida, envuelta en su propio halo de misterio. Ambas son pacientes de Vilabiondi, una delirante institución psiquiátrica.
Su genuina y atípica amistad les hará vivir una emocionante e impredecible aventura que pondrá de manifiesto el “otro manicomio” a cielo abierto que se esconde en el mundo de las personas aparentemente cuerdas…