Ferdinand

Disney creó en 1938 El toro Ferdinando, con el que ganó el Oscar al mejor cortometraje del año. Estaba basado en el libro que Muro Leaf escribió en 1936: El cuento de Ferdinando. Dicho relato recibió una gran oposición por parte del régimen franquista y nazi. Era revolucionario, ya que instaba a ir en contra de lo establecido. Y al terminar la guerra, las fuerzas aliadas imprimieron millares de copias para repartirlas gratuitamente entre lo niños. Del mismo modo, Gandhi lo usó para propiciar su mensaje de paz.

Ahora, este cuento se covierte en largometraje de la mano de los estudios Blue Sky (todas las películas de Ice Age y Río). ¿Cómo se adapta un Oscar de siete minutos a algo de 106 que sea sólido? La verdad es que Carlos Saldanha sabe darle la holgura suficiente para que no resulte ni pesado ni pasteloso, y para que esté nominado a mejor producción de animación y mejor canción original en los Globos de Oro.

La trama se desenvuelve correctamente, las flores dan color, el protagonista es muy entrañable y más estable que el del cortometraje. El folclore retratado desde los Estados Unidos se basa en clichés. Sin embargo, construye un poderoso retrato de Madrid y también todo lo que envuelve la cultura sevillana y española.

El “problema” recae en el claro mensaje anti-taurino del film. Esta no es una disyuntiva por la que tenga que perder fuelle. No obstante, sí que es cierto que cabe ver de qué modo encaja en un país cuyo debate sobre la tauromaquia es tan polémico. Tampoco convencen algunas bromas con segundas intenciones y la decisión de poner, porque sí, a tres caballos que se dan mimitos todo el rato. Quien mucho abarca poco aprieta.

Pero salvaguardando estos detalles, el mensaje enternecedor que nos hace llegar el toro Ferdinand es siempre oportuno, en contra de la violencia y a favor de la vida.

Firma: Carla Sciamma