El legado de Bourne

El legado de Bourne contiene los ingredientes que avalaron el éxito de crítica y público de la triología predecesora: acción, buena factura visual y un guión comercial pero inteligente. ¿Por qué cambiar el esquema si el producto funciona? El director y guionista de esta nueva entrega, Tony Gilroy, sabe de qué hablamos; pues no es nuevo en la saga. Conoce de primera mano los entresijos del Bourne de Matt Damon, ya que se encargó de escribir el guión de las tres películas.

Sin embargo, El legado de Bourne no está a la altura de sus antecesoras, lo que no significa que no sea una buen largometraje. El listón estaba muy alto. El arranque, con espectaculares imágenes de paisajes montañosos nevados, se hace largo hasta que introduce al espectador en materia. Jeremy Renner, que recuerda muchísimo a Daniel Craig, encaja como agente por su constitución fuerte y semblante duro, incluso más que Damon. Pero en el subconsciente colectivo sigue la imagen del actor inicial, sea por nostalgia o por la empatía que desprendía.

No decepciona el ritmo vertiginoso de sus persecuciones, los cambios constantes de identidad y de ublicación, de Washington a Manila, y la capacidad de las nuevas tecnologías –smartphones, tablets, cuentas de correo-  de rastrear cada paso y fichar al personal, hecho que da mayor realismo a la historia. No tenemos ni a Julia Stiles ni Franka Potente, sino una correcta Rachel Weisz y un cameo de la veterana Joan Allen, Pamela Landy en las películas anteriores. Edward Norton se convierte en el antagonista de la historia. El final es poco convincente, pero a rasgos generales El legado de Bourne es una película recomendable si se quiere pasar un rato de acción trepidante.

Firma: Montserrat Bros