El corredor del laberinto: las pruebas

Un año después del estreno de El corredor del laberinto llega la segunda entrega, que adapta análogamente el segundo libro de la trilogía de James Dashner.

Con una acentuada ambientación distópica, la película pone de manifiesto un gran diseño de producción y ambientación, que va a la par de la capacidad para filmar y montar las numerosas secuencias de acción.

En realidad, a pesar de los esfuerzos por dotar al guión de argumentos serios y trascendentales -como la supervivencia de la humanidad, el sacrificio y la lealtad a los amigos e ideales-, el film apuesta por lo épico, por el dinamismo y el efectismo. Hay empeño por construir el drama social y personal, sin embargo, como sucede en estas producciones, la caracterización de personajes queda más en el intento, en un esquema o prototipo fortificado, pero no especialmente singularizado.

Pensada, como los libros, para el público adolescente, esta segunda entrega mantiene y aumenta el nivel de violencia que ya acostumbra a acompañar a las sagas distópicas juveniles. Sin duda, eso es lo más discutible de una moda que ha llegado, al menos eso parece, para quedarse un tiempo.

Firma: Lourdes Domingo