Las distancias

Triunfadora en el Festival de Málaga, mejor película, directora y actriz (ex aequo), Elena Trapé entrega su segundo largometraje después Blog (2010). Si entonces abordaba un agitado cóctel de experiencias adolescentes, ahora lo hace con la actual generación de treintañeros, con más sosiego externo pero desasosiego interior.

La metáfora del título funciona y marca el paradigma del guion. Los personajes viajan para acortar distancias y, en realidad, acabar descubriendo los abismos que le separan. A partir de esta paradoja, la película estrecha lazos con el pesimismo en la perdurabilidad de las relaciones humanas.

En este sentido, Trapé deja en suspenso el proceso de análisis. Se atisban algunas causas, mientras a la trama no le importa ir más allá: es el retrato sinóptico de un proceso y, por ello, puede resultar insuficiente o insatisfactorio para el público que quiera más.

En lo narrativo, se dibujan algunos rasgos, situaciones y perspectivas vitales de manera clara y fresca, aunque con un realismo duro, tamizado por el toque ligero, informal y de no poner el dedo en la llaga que dirige a los personajes. Un ejemplo está en la divertida y triste, a partes iguales, secuencia del vestido; una imagen sencillamente lograda que simboliza una compleja amalgama de emociones y pensamientos.

Al mismo tiempo, el guión juega la baza del off y el misterio, con lo que añade cierto interés para el espectador que cree conocer a los personajes y para los personajes que creen conocerse y conocer a sus amigos. Para ellos, justo esa carencia impele a poner en cuestión su aprecio.

Firma: Lourdes Domingo