La mujer que sabía leer

Un formato de proyección especial en pantalla ayuda a situar la acción de esta película en una época lejana, fuera de nuestros días, durante la represión ordenada en 1852 contra los hombres favorables a la causa republicana francesa. En ella, en una aldea perdida entre montañas y alejada de cualquier atisbo de civilización, un grupo de mujeres de distintas edades permanecen solas, algunas de ellas privadas de sus esposos, y otras, solteras, sin un futuro afectivo prometedor. Esta particularidad ayuda muy mucho a centrarnos en una situación que hoy en día parecería por completo fuera de lugar.

Evidentemente, no vamos a desvelar la solución draconiana, pacto entre ellas, que adoptan esas mujeres ante tan anómala perspectiva, puesto que aquella forma parte principal del argumento fílmico. Sí damos, en cambio, una positiva valoración del apartado escenario natural donde se desarrolla la historia, con una riqueza visual de extraordinaria autenticidad panorámica. Todo ello, hasta cierto punto, matiza la problemática decisión adoptada por aquel grupo de mujeres ante un futuro que estaba por completo fuera de su perspectiva natural.

Sin duda, el título original francés es bastante más significativo con algunas de las específicas escenas que nos ofrece el film y, evidentemente, más acorde con la versión libre de la primitiva novela de Violette Ailhaud de la cual procede. Aquí se ha suavizado apoyándose en otra característica argumental, aunque quizás, menos trascendente.

Por fortuna, hay que convenir que el mundo que muestra la película y sus consecuencias colaterales han sufrido un más que positivo cambio, dignificando y aportando nuevas perspectivas de convivencia para el normal desarrollo de nuestra relación humana.

La mujer que sabía leer fue distinguida con el Premio nuevos realizadores y el Premio Kutxabanc. Nuevos Directores en el Festival de Cine de San Sebastián 2017.

Firma: Joaquín Guitart