Hereditary

Ari Aster ha sido bendecido por una parte de la crítica que lo ha ido etiquetando con una rotundidad que no siempre resulta una carta a favor. Lo que está claro es que para ser su primer largometraje, tanto como guionista como director, Aster muestra pocos titubeos, es sólido y experimental en la realización y absolutamente convencional en lo argumental.

Sin duda, desde el principio, la película llama la atención por cómo interaccionan los diversos elementos visuales. Una iluminación que sabe generar inquietud en escenarios diurnos tanto exteriores como interiores. Una fotografía que saca partido a la calidez de la madera abundante en el hogar en deconstrucción. Unos encuadres que aplastan a los personajes al explicitar el techo y construir continuas analogías entre la casa real y las miniaturas de Annie. Una música que abre y cierra el film sin complejos sobre su estridencia (instrumentos de viento metálicos y de madera que emiten sonidos entre orgánicos y sintetizados) y progresiva psicodelia. Predominio del plano fijo y de los movimientos lentos.

Con todo esto, Ari Aster y su equipo fundamentan lo más sugerente de Hereditary: la tensión entre la discordante banda sonora y la estabilidad de la imagen. Esta mirada tan personal sobre cómo generar inquietud y desorientación es lo original y lo que permite que la trama haga plausible algunas cosas que suceden después.

Sin embargo, el espectáculo se acaba ahí. El guion reitera esquemas y símbolos que más que anticipar ya revelan las claves de la historia. La dilación inicial en mostrar los clichés y recursos más clásicos no ahorran una explosión final de parafernalia fácil y desfile de supuestas provocaciones. El halo de las sectas satánicas se despliega sin novedades y apenan las tópicas estigmatizaciones sobre salud mental, por no hablar de la destrucción de la familia como sacada de un manual de instrucciones.

Eso sí, el elenco y, en especial, Toni Collette, se toman tan en serio sus papeles que alivian algunos de estos patinazos.

Firma: Lourdes Domingo