Doctor Sueño

Hay películas sobre fantasmas y hay películas sobre películas convertidas en fantasmas. Así parece funcionar este rescate de la novela homónima de Stephen King.

Publicada en 2013, Doctor Sueño (libro y film) es la continuación de lo narrado en El resplandor (1977), 40 años después. Stanley Kubrick la llevó a la gran pantalla en 1980 y, rápidamente, se convirtió en un clásico perfectamente realizado y ejecutado desde lo narrativo y visual.

Sin embargo, el intento de emular la longitud del largometraje original ya previene de sus deseos de grandiosidad. Y, de hecho, es comenzar a verla y notar cómo la sencillez estructural, pero eficaz, de la versión del 80 se convierte ahora en una pesarosa tela de araña. En ella, se intenta fundamentar una estructura dispersa que pretende ser coherente de manera natural.

En el camino, no obstante, sucede lo contrario: el personaje de Danny sobrevive como puede en los vaivenes del guión. El nombre que da título a esta producción (y que se supone es una de las características principales del protagonista) acaba siendo algo prácticamente episódico en los cientos de minutos de metraje. Abra, la joven promesa mentalista, queda altamente desaprovechada frente al grupo El nudo verdadero. A estos antagonistas se les otorga mucha presencia aunque, curiosamente, se presentan sin apenas caracterización psicológica y con unos rasgos tan planos que hacen voluminosos a los antiguos fantasmas del Hotel Overlook. Estos, por supuesto, reaparecen para completar el cruce múltiple de perspectivas y relatos en el guion.

Lamentablemente, la trama no avanza con espontaneidad, excepto en algunos pasajes también muy bien resueltos desde el punto de vista visual. En este sentido, cobra relieve toda la recreación fantasmagórica del citado Overlook.

Por otra parte, Mike Flanagan (Somnia. Dentro de tus sueños) abusa de los efectos de sonido y de los gritos para impulsar la fuerza interior de algunas secuencias. Esto deja mucho que desear de la cohesión de Doctor Sueño y de su efecto final, a pesar de que habrá un público feliz con pasar un largo rato entre sustos y crueldades bien decoradas.

Firma: Lourdes Domingo