Alabama Monroe

Alabama Monroe es una adaptación de la obra teatral de Johan Heldenberg, protagonista a la vez de esta nueva película en la filmografía del director Felix Van Groeningen.

Destaca en su origen un concepto por encima de todos los demás. Y este concepto es El AMOR. Amor entre dos personas, tanto en su significación anímica como corporal. Definición esta última que la cámara nos ofrece, sin ambages ni paliativos, en toda su expresividad. Amor de pareja y amor paterno y materno hacia el fruto de aquel apasionado sentimiento.

En ocasiones, esta circunstancia hace que el sol no nos deje ver las nubes y caigamos en la tentación de un desarrollo primario sin la objeción de una mejor analítica.

Cuando la realidad les sume en un profundo dolor y sus vidas se derrumban, despiertan sus fuertes diferencias conceptuales. Distintos criterios y creencias les alejan al uno del otro sin la posibilidad de enfrentarse a una adversidad para la que no estaban adecuadamente dispuestos. Ella (Elise), pese a su afición por los tatuajes (no en vano es su negocio) y una aparente frivolidad, mantiene una mejor fortaleza ante el duro problema que le toca vivir. Por el contrario es él (Didier) quien reacciona jactándose de sus nulas creencias religiosas y presume de su ateísmo en los momentos de mayor dolor.

Solo la música les une. Ambos tocan en un conjunto de “bluegrass”, la versión más pura del “country”, circunstancia que a ratos rebaja la fuerte tensión de los acontecimientos con brillantes momentos musicales; que lo son, sin duda, y mucho.

Cámara y música se confabulan, en un vaivén de planos reversibles, en el logro de un film que ya viaja avalado por numerosos premios y distinciones, entre ellos su candidatura al Oscar como Mejor película de habla no inglesa.

Ambos protagonistas, atención a Veerle Baetens (Elise) y Johan Heldenberg (Didier), con gran prestigio en el escalafón cinematográfico y teatral de Flandes, imprimen dramático verismo a la complicada relación de una pareja que no supo sobreponerse a las muchas dificultades de su vida aunque, curiosamente, una de las muchas canciones que interpretan a dúo finalice con el esperanzador estribillo: “Quizás nuestro mejor refugio sea el cielo”…

Firma: Joaquín Guitart