Un don excepcional

Chris Evans aparca temporalmente su traje y su escudo de Capitán América pero no deja de salvar el mundo, ya que en Un don excepcional se enfrenta al reto vital de proteger, educar y ayudar a crecer a su sobrina de siete años. El reto, como leemos en la sinopsis, se agrava si consideramos que Mary es una niña superdotada con un extraordinario talento para las matemáticas.

Marc Webb tras la cámara y Tom Flynn con la pluma presentan esta historia de un modo sencillo y cercano, planteando la cara más humana de la vida de Mary y Frank. Rehúyen centrarse en las posibles rarezas de los matemáticos y las utilizan como detonante y catalizador de actitudes y comportamientos universales, comprensibles y al alcance de un cerebro medio (y de Letras, como el mío).

La película, por tanto, se disfruta desde el principio. Es ágil y tiene sentido del humor gracias, sobre todo, al potente personaje de la pequeña Mary. Frank es, de todos modos, quien lleva el peso de la trama y, frivolidades amorosas aparte, da una interesantísima lección de educación. Sin moralinas, con las prioridades claras, con espíritu optimista y teniendo como método el más básico y elemental sentido común, carga sobre sí todo el fondo y la forma de esta historia.

Ciertamente el film es tan solo correcto y decepcionaría si no fuese por la fuerza de la historia. El guion no acaba de dar con el tono y los personajes de Jenny Slate y Octavia Spencer aparecen sólo porque viene en el Manual del género pero al no utilizarlos correctamente desentonan y dejan la narración algo coja.

Sin embargo, como ya he dicho, nada que impida disfrutar de la bella historia de Frank y Mary.

Firma: Esther Rodríguez